El panorama económico global presenta señales de debilitamiento en la economía estadounidense, exacerbado por la creciente tensión comercial entre Estados Unidos y sus principales socios, especialmente China y la Unión Europea. Líderes financieros como Larry Fink y Jamie Dimon han expresado preocupación por una posible recesión en EE.UU., aunque Fink vislumbra oportunidades de compra a largo plazo. Proyecciones de Goldman Sachs han aumentado la probabilidad de recesión en EE.UU. al 45%, citando incertidumbre política, tensión financiera y boicots de consumidores extranjeros.
Las tarifas impuestas por Estados Unidos han provocado represalias internacionales. La Unión Europea ha propuesto contraaranceles sobre productos estadounidenses, aunque ha limitado su impacto económico estimado y retirado productos sensibles ante amenazas de EE.UU.
Por otro lado, la imposición de aranceles adicionales a China por parte de EE.UU. ha generado una fuerte respuesta de China, que califica las acciones estadounidenses de "acoso económico". Líderes de Wall Street han advertido sobre los efectos negativos duraderos de estas tensiones comerciales. A pesar de esto, la UE se muestra dispuesta a negociar un acuerdo arancelario con EE.UU.
La combinación de una economía estadounidense debilitándose, inflación persistente y una guerra comercial global ha incrementado significativamente las probabilidades de recesión en EE.UU. A pesar de la incertidumbre, la visión de algunos sugiere que la situación actual podría representar una oportunidad para inversores a largo plazo.
Las tarifas comerciales han generado incertidumbre y afectado la confianza empresarial a nivel global, siendo la escalada entre EE.UU. y China particularmente preocupante por su peso en el comercio mundial. Si bien Trump defiende sus políticas proteccionistas como una corrección de la liberalización comercial perjudicial, su estrategia genera debate sobre los riesgos de una guerra comercial prolongada.