Los recientes asesinatos de 10 personas en Sinaloa están vinculados a una lucha interna dentro del Cártel de Sinaloa, lo que ha generado preocupación por posibles represalias tras la detención de dos líderes de la organización en julio. Joaquín Guzmán López, de la facción "Los Chapitos", se entregó a las autoridades estadounidenses, pero presuntamente secuestró al líder de la facción rival, Ismael “El Mayo” Zambada, llevándolo en el mismo vuelo hacia El Paso para entregarlo, lo que ha intensificado las tensiones dentro del cártel.
Las autoridades mexicanas se encuentran en una situación difícil, ya que no participaron en la captura, pero tampoco quieren intervenir directamente en el conflicto. Los analistas creen que esto se debe a que ambos bandos del cártel poseen información comprometedora sobre funcionarios del gobierno, lo que podría ser revelado si las tensiones escalan. Por ello, el gobierno ha optado por hacer llamados a ambas partes para mantener la paz, evitando una mayor confrontación.
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, y el presidente Andrés Manuel López Obrador han reconocido que los recientes asesinatos están relacionados con esta disputa interna. Aunque han elogiado la relativa estabilidad en la región, la situación actual amenaza con desestabilizar el delicado equilibrio que había mantenido al cártel operando sin generar demasiada violencia visible.
El analista de seguridad David Saucedo sugiere que Zambada podría estar utilizando la información comprometedora que posee para presionar al gobierno y asegurar una transición ordenada en la estructura del cártel. Zambada ha insinuado que podría revelar nombres de políticos, policías y militares corruptos si se impide que sus hijos asuman el control de su facción del negocio, lo que podría tener graves consecuencias para los involucrados.
A pesar de estos intentos de mantener el control, los recientes asesinatos, que incluyen la muerte de dos hombres cercanos a Zambada, indican que la situación podría empeorar. La destrucción de una tumba familiar perteneciente a un clan del cártel, que había tenido enfrentamientos tanto con "Los Chapitos" como con la facción de Zambada, subraya la fragilidad de la paz en la región y la complejidad del conflicto dentro del Cártel de Sinaloa.