La Secretaría de Educación Pública (SEP) mantiene restricciones para evitar la venta de comida chatarra en las cooperativas escolares. Esto incluye dulces, papas fritas, refrescos, entre otros productos que no favorecen una alimentación saludable.
Sin embargo, algunos alumnos han encontrado formas de sortear esta medida.
En una primaria pública de la Alcaldía Benito Juárez, Leonel, un estudiante, explicó que algunos de sus compañeros venden papas a escondidas en el salón.
Aunque su escuela sustituyó las papas en la cooperativa por frutas como sandía, la venta entre alumnos persiste.
¿También ocurre en escuelas privadas?
Sí. En una primaria particular, también en Benito Juárez, Luis comentó que sus compañeros venden dulces durante el recreo:
En una secundaria privada de la misma alcaldía, varios adolescentes se organizaron para llenar un locker con dulces. Cada quien llevó algo distinto, con el fin de tener productos disponibles para el grupo.
Andrea, una estudiante, contó que llevó una bolsa grande de Menthos, aunque su mamá le pidió no comerlos por temas de salud dental.
Aunque la idea era mantener el locker cerrado, no fue necesario: todos los dulces se acabaron el mismo día.
¿Qué opinan los comerciantes cercanos a las escuelas?
Afuera de un jardín de niños sobre Avenida Cienfuegos, en la zona de Lindavista, Alcaldía Gustavo A. Madero, al menos 10 puestos ambulantes siguen ofreciendo productos con sellos de advertencia.
José Urdapilleta, quien lleva una década vendiendo dulces, refrescos, botanas y juguetes en ese lugar, señaló que está dispuesto a modificar su oferta si se lo indican las autoridades.
¿Qué puedes hacer como madre, padre o tutor?
Habla con tu hija o hijo sobre la importancia de una alimentación balanceada.
Revisa con qué productos regresa a casa.
Si detectas consumo regular de productos ultraprocesados, busca alternativas que le gusten y sean saludables.
Consulta si su escuela cuenta con programas de educación alimentaria.
En caso de dudas, acude a la dirección del plantel o al comité de salud escolar.
Aunque las escuelas han limitado la venta directa de comida chatarra, los hábitos de consumo no han desaparecido.
Los niños y adolescentes han adaptado sus propias redes de distribución y consumo. La vigilancia y orientación en casa, así como la coordinación entre escuela y familia, siguen siendo lo más importante.