Uno de los métodos para transportar la droga de un lugar a otro es mediante el uso de avionetas. Antes de las aeronaves no tripuladas (mejor conocidas como drones), las organizaciones criminales recurrían a pilotos para trasladar los narcóticos.
En México, uno de los narcotraficantes que impulsó su negocio ilícito con el uso de aviones fue Amado Carrillo Fuentes, exlíder del Cártel de Juárez. Debido a la flota que disponía (en su mayoría Boeing 707), pudo mover toneladas de cocaína desde Colombia. Por ello recibió el mote de ’El Señor de los Cielos’.
Al norte del país, este método aún es utilizado por los cárteles de la droga. A través de un minidocumental, el medio Vice logró entrevistar a tres pilotos en Sinaloa que dieron a conocer los riesgos que conllevan sus actividades ligadas al crimen organizado.
Por cuestiones de seguridad, los nombres de dos sujetos se mantuvieron bajo reserva. Uno de ellos, identificado como “piloto 2″, fue quien expuso las ganancias que recibe por cada viaje que hace.
Si bien no mencionó para qué organización delictiva trabajaba, señaló que por cada viaje podía recibir hasta 250 mil pesos mexicanos. Pese a la alta cantidad de dinero, refirió que los vuelos no se realizan de manera frecuente.
“Yo vengo agarrando por viaje de 200 a 230 o 250 mil pesos. En un año, aproximadamente, sí llegué a ganar 3 millones de pesos. Realmente no los cuento, no cuento el dinero”, expuso el sujeto que se identificó a sí mismo como “narcopiloto”.
“Tengo muchos años trabajando para los cárteles como piloto. Nosotros transportamos lo que es cocaína, heroína y metanfetamina. Lo transportamos de diferentes partes de la ciudad. La droga más común que se mueve en avioneta es la cocaína”, agregó.
Según su testimonio, sus viajes los realiza de noche, cuando no hay luz. Esto con el objetivo de no ser detectado por las autoridades. Aunque su aprendizaje fue de manera clandestina, su primer vuelo lo realizó a los 23 años.
Previo a ello, el piloto indicó que se unió al crimen organizado a los 12 años aproximadamente, luego de que su madre lo corriera de la casa. En las calles de Sinaloa conoció a otras personas que lo reclutaron.
“Me mandaron a una escuela. Se le llama escuela de entrenamiento, donde te mandan para aprender a tirar (disparar armas de fuego), a defenderte, a medir tu tiro. Es como una escuela de entrenamiento del cártel (...) Cuando me mandaron a la sierra fue cuando empecé a trabajar como piloto”, sostuvo.