El conflicto entre Israel y Hezbolá, que comenzó hace casi un año, se ha intensificado rápidamente en los últimos días. Hezbolá, respaldado por Irán, ha lanzado cohetes contra el norte de Israel, mientras que Israel ha respondido con ataques a gran escala contra Líbano, resultando en cientos de muertes.
El más reciente ataque israelí el lunes dejó más de 490 muertos en Líbano, siendo la ofensiva más mortífera desde 2006.
A medida que los ataques continúan, las advertencias a los civiles para evacuar las zonas afectadas han aumentado, especialmente en el sur y este de Líbano. Hezbolá ha prometido seguir respondiendo, pero se muestra cauteloso para no desencadenar un conflicto de mayores proporciones.
Por su parte, Israel aún no ha decidido oficialmente ampliar sus operaciones, aunque ha incrementado su presencia militar en la frontera y advierte que podría lanzar una operación más grande si los ataques continúan.
El riesgo de una guerra a gran escala entre Israel y Hezbolá es palpable. Un conflicto de estas dimensiones sería devastador para ambos bandos, recordando los horrores de la guerra de 2006, que dejó miles de muertos y grandes zonas en ruinas.
La posibilidad de que Israel intente crear una zona de separación en el sur de Líbano para alejar a Hezbolá de la frontera podría prolongar y agravar la situación, similar a la ocupación israelí de la región entre 1982 y 2000.
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